En esta ocasión como podeis ver he subido con Leire, que ya me había había acompañado a Bretaña en otras ocasiones, y con nuestro hijo Mikel que era debutante por estas tierras y que como vereis tuvo incluso su bautizo bretonero...
Priemro llegamos a la bonita localidad de Pont Rean, dende reside Mr y Mme Gaudin, propietarios de Real y del afijo de la Vallee du Böel, y que como en otras ocasiones nos han acogido con gran amabilidad y simpatía.
Sin perder ni un minuto lo primero que hicimos fué asegurar la monta que tantas ganas teníamos de volver a repetir. Todo fué genial, la cogió enseguida y sin contratiempos.
Hay que decir que tal y como se ve en las fotos Real está esplendido para los once años que acaba de cumplir. Es un bretón espectacular, lo mieres por donde lo mires. Me contaba Mr Gaudin que este año lo ha cazado todabía y que parecía tener la mitad de años de los que realmente tiene.
Se puede apreciar su vitalidad así como su impresionante estructura. Fijaos en el hueso que tiene.
Tras pasar un rato allí con ellos en su preciosa casa, seguimos rumbo hasta Callac, donde quería visitar a mi buen amigo Peio Borda y a su mujer Elena. Así mismo y aunque parezca una chorrada quería sacarme la foto con mi hijo Mikel bajo el cartel de entrada a Callac, con su foto de un breton y el texto que podeis leer. Para mi ya es casi una tradición. Tengo fotos bajo ese cartel desde hace muchos años y con muchos amigos diferentes, por lo que como antes os decía era para mi el bautizo bretonero de Mikel. Ya ha estado en Callac.
Aprovechando que teníamos un par de días que pasar en Bretaña, para poder repetir la monta con un margen de tiempo, aprovechamos e hicimos un poco de turismo, recorriendo parte de la preciosa costa bretona con sus bonitas playas y roquedos, donde encima nos hizo el típico clima breton, nublado y con una finisima lluvia que a ratos deja todo gris.
Como no podía ser de otra forma aprovechamos también a pasar un jornada en Mont Saint Michel, lugar que por cierto al igual que el resto recomiendo a todos visitar y conocer. Es una pasada, nunca me canso de volver a verlo. Esta vez incluso estuvimos en la puesta de sol que ya fué el sumun. De igual forma nos hacía mucha ilusión llevar allí a Mikel ya que la abadía es en honor a su santo Saint Michel.
Tras estos bonitos días volvimos a pasar por Pont Rean donde realizamos una segunda monta y tras ello emprendimos el viaje de regreso a casa.
Como siempre fué una experiencia muy gratificante por todos los detalles, y que humildemente he querido compartir con todos vosotros. Un abrazo y veremos si Ula ha quedado preñada y si se completa el circulo con unos excelentes bretones.